Plantea Patricia una interesante divergencia. Aprovecho que, literalmente, pasa el Pisuerga por Valladolid, para entrar al tema, porque vamos a ver en los próximos meses una progresiva, sistemática y concienzuda agresión contra la escuela pública. Es el tema de cómo tratar a los alumnos con mejores capacidades. Me alegro de leer a una madre dispuesta a discutir sobre esto, preocupada porque la escuela sea algo más que un almacén donde depositar al niño para que no moleste. Habida cuenta de que tenemos en línea estudiantes, personas con hijos y profesionales de la enseñanza, vamos a darle una vuelta al asunto entre todos.
Es cierto que las personas más capaces pueden llegar a aburrirse cuando la escuela no le aporta novedad digna de mención; inteligencias privilegiadas en algunos campos fueron alumnos ramplones o malos. Contra este mal los viejos manuales pedagógicos tienen un método, que se define con una frase redonda, educación personalizada, que resume una posición muy sencilla: los medios humanos y materiales tienen que estar a disposición de todos los enseñandos, pero no hay dos iguales, por eso se debe prestar oídos y ojos a las posibilidades de cada uno para desarrollarlas.
Una amiga se quejaba de que su hijo no progresaba adecuadamente porque en su clase había muchos gitanos y retrasaban a los que sí querían estudiar; la solución era llevarlo a un colegio privado. Dos preguntas: ¿por qué en los colegios de las señoras monjas no hay gitanos? (están subvencionados con nuestros impuestos), ¿cuántos alumnos tiene la profesora que da clase a tu hijo?. A la primera no hay respuesta; a la segunda, dieciséis. Pues con dieciséis alumnos de básica en un aula tiene que sacar dieciséis einstein.
Para mí la escuela tiene que representar a la sociedad; en la sociedad estamos todos juntos, en la escuela deberíamos estarlo. Las casas se hacen entre albañiles y arquitectos, aprendiendo unos de otros; David podría contar cómo el maestro de la fundición sabía más, por viejo, que el perito, perro nuevo en el oficio, pero al final la conjugación del saber teórico y el práctico es el que saca adelante la obra. Las viejas escuelas unitarias, llenas de un alumnado variopinto, ponían en práctica una actividad muy útil para todos: los alumnos más listos ayudaban al maestro enseñando a los menos brillantes; a los más atrasados les hablaba un igual, con lo que comprendían mejor, y el que tenía que explicarse debía cavilar para hacerse entender, lo que le ayudaba a fundamentar las materias.
El ser humano ha podido progresar fundamentalmente por la colaboración y es esa herramienta en la que debemos ser maestros desde pequeños.
Post Scriptum: El ciudadano Borbón y Borbón manifiesta a la salida de la clínica (de Barcelona) que está contento de que la prensa le haya dejado en paz. No sé de qué se queja, si va circular con muletas con luz y bocina y no le van a hacer control de alcoholemia.
Es cierto que las personas más capaces pueden llegar a aburrirse cuando la escuela no le aporta novedad digna de mención; inteligencias privilegiadas en algunos campos fueron alumnos ramplones o malos. Contra este mal los viejos manuales pedagógicos tienen un método, que se define con una frase redonda, educación personalizada, que resume una posición muy sencilla: los medios humanos y materiales tienen que estar a disposición de todos los enseñandos, pero no hay dos iguales, por eso se debe prestar oídos y ojos a las posibilidades de cada uno para desarrollarlas.
Una amiga se quejaba de que su hijo no progresaba adecuadamente porque en su clase había muchos gitanos y retrasaban a los que sí querían estudiar; la solución era llevarlo a un colegio privado. Dos preguntas: ¿por qué en los colegios de las señoras monjas no hay gitanos? (están subvencionados con nuestros impuestos), ¿cuántos alumnos tiene la profesora que da clase a tu hijo?. A la primera no hay respuesta; a la segunda, dieciséis. Pues con dieciséis alumnos de básica en un aula tiene que sacar dieciséis einstein.
Para mí la escuela tiene que representar a la sociedad; en la sociedad estamos todos juntos, en la escuela deberíamos estarlo. Las casas se hacen entre albañiles y arquitectos, aprendiendo unos de otros; David podría contar cómo el maestro de la fundición sabía más, por viejo, que el perito, perro nuevo en el oficio, pero al final la conjugación del saber teórico y el práctico es el que saca adelante la obra. Las viejas escuelas unitarias, llenas de un alumnado variopinto, ponían en práctica una actividad muy útil para todos: los alumnos más listos ayudaban al maestro enseñando a los menos brillantes; a los más atrasados les hablaba un igual, con lo que comprendían mejor, y el que tenía que explicarse debía cavilar para hacerse entender, lo que le ayudaba a fundamentar las materias.
El ser humano ha podido progresar fundamentalmente por la colaboración y es esa herramienta en la que debemos ser maestros desde pequeños.
Post Scriptum: El ciudadano Borbón y Borbón manifiesta a la salida de la clínica (de Barcelona) que está contento de que la prensa le haya dejado en paz. No sé de qué se queja, si va circular con muletas con luz y bocina y no le van a hacer control de alcoholemia.
Estoy totalmente de acuerdo con Miguel Angel. La educación es para todos y todos tienen que aprender en un entorno variopinto.
ResponderEliminarLa vida real es así y los niños tienen que aprender a desenvolverse desde pequeños por el mundo.
Continuamente te verás mezclado con todo tipo de personas en la vida, en todas las facetas, y eso te enriquece.
Y estudiar en un colegio privado de "listos" no te garantiza nada. La educación no está solo en los colegios......
También creo que hay una especie de dejadez y cansancio en parte del personal docente amparado en la disculpa de que ahora no tienen ningún tipo de autoridad. Aunque eso es en parte cierto (muchos padres ahora deberían acudir a algún tipo de escuela para traerlos a la tierra) eso no quita que todos tengamos que hacer bien nuestro trabajo.
Propongo un tema que viene un poco a cuento y que seguramente levantará ampollas:
¿Debe respetarse el puesto del funcionariado de por vida, sin exigir ningún tipo de productividad?
Otros problemas que hay que tener en cuenta en este asunto:
ResponderEliminar1) Competitividad salvaje alentada por algunos padres y madres.
2) Falta de formación del profesorado (sé lo que me digo: donde yo trabajo se cuecen los maestros del mañana).
3) Incapacidad para ver las ventajas de la diversidad, y no sólo sus potenciales problemas (también sé lo que me digo: Baleares tiene una de las comunidades educativas más variopintas de España).
4) Empeño en que los colegios sean aparcamientos para pitufos las más horas posibles al día (se cansan todos: críos y profes).
5) Falta de estabilidad en el empleo para educadores/as (cuando no ves más allá de 9 meses, es difícil hacer un buen plan educativo y mantener el entusiasmo).
6) Como en todo últimamente, falta de dinero y de imaginación para suplirlo.