Cuando se muere un
rey su viuda sigue siendo reina, pero ¿qué es la mujer de un dictador? ¿Nos van
a permitir seguir viviendo en El Pardo, Paco?, ¿qué va a ser de nosotros?
Lucía
Alonso hace un trabajo titánico; es Carmen Polo, señora de Meirás, hablando con
su difunto marido, de cuerpo presente, sin más colaboración en el escenario que
la de José Manuel González, que hace de primo de Franco, Pacón, el general ayudante,
con una sola palabra: “monóculo”. El resto es un monólogo de la Señora,
repasando toda su vida al lado del Dictador, desde el noviazgo hasta la
muerte; a veces tierna, otras irónica, imperativa en ocasiones como parece ser que solía, y siempre ante el abismo del futuro incierto sin el soporte del poder.
¿Por qué me haces esto, Paco? |
Debería haber escrito estas líneas cuando el 20 N Francisco Villar, que
mueve la asociación cultural Cauce del Nalón, nos invitó al estreno de “Buenas
noches, mi general”, obra de Teatro Kumen sobre un guión de José Ramón López
Menéndez, justamente premiado. He vuelto en estos días al tema gracias a que
Javier Rubio de la Rubia, en su amabilidad, me hace llegar la noticia de la próxima
subasta de unas cartas de amor del Generalísimo de los Ejércitos.
Lucía Alonso |
José Ramón
es el alma de Kumen, un ejemplo de prejubilado minero bien aprovechado. La
puesta en escena arrugaba un poco el ánimo: dispuso a las setenta personas
invitadas en torno al catafalco sobre el propio escenario; he de reconocer que
me daba cosa acercarme al cadáver. Incluso la magnífica labor de Lucía Alonso
se vio privada del merecido aplauso porque, justo en el momento de iniciarlo, sonó
el “Cara al sol” y se nos congelaron las palmas. Antes habíamos asistido a un
brillante trabajo que nos llevó por los obscuros años de guerras y postguerras,
escuchando los tremendos juicios de Franco y sus secuaces sobre los dirigentes
políticos y sindicales, “es mejor fusilarlos que tenerlos en la cárcel comiendo
cada dos o tres días”, los asesinatos perfectamente planificados, “el miedo
gana muchas batallas”, los ladridos radiofónicos de Yagüe en el Sur y Mola en
el Norte, las hazañas de Arias Navarro en Málaga; Almendralejo, Badajoz,
Guernica…”hay que acabar con el proletariado, destruir las fábricas, nidos de
anarquistas y comunistas”. La entrada en la iglesia bajo palio.
José Manuel González |
Teatro Kumen
es una compañía no profesional, ha cumplido recientemente 30 años de fructífera
vida y, si bien tiene una larga lista de premios a sus montajes, nunca le
agradeceremos suficientemente lo mucho y bien que trabaja. Desde aquí mi aplauso
a este grupo de mujeres y hombres constantes y valientes que, contra mareas
ideológicas y tempestades financieras, mantienen encendida la antorcha sobre
las tablas.
Opinaban personas más entendidas, tomando los vinos postactum,
algunas cosillas que mejorarían el guión; puede ser, pero no me atrevo a
criticar a tales esforzados. Como mucho le he dicho a José Ramón que debe
revisar la frase: “Y gritaron, Paco, lo que era tu decálogo y el de Mola:
¡Dios, Patria y Rey!”; faltarían siete preceptos para decálogo; en ese momento
no sabíamos si figuraba así en el texto o era producto de los esfuerzos de la
actriz en un monólogo.
En el mismo sentido, unos días después fuimos a ver la
Real Compañía Asturiana de Comedias, un estilo bien diferente, eso que ha dado
en llamarse teatro costumbrista, pero que usando la frase de “Dr. Plá y Mr.
Floid” se entendería mejor, “¡pintorescos, nos consideran pintorescos!” Los
textos están un poco rancios, pero el esfuerzo de gente común, que emplea su
tiempo libre en tan noble actividad, me entusiasma. Y luego te sorprenden de
repente, “El regateo” recrea una escena absolutamente desternillante entre una
pescadera veterana de Xixón y un paisano de’l Infiestu que intenta comprar dos docenas de
sardinas; ¡para dar a los actores oscares, globos de oro, goyas y castañas
valdunas!
Bueno, para cerrar, que decía yo que me había contado Javi que se
iban a subastar “las cartas de amor de un alférez”. Llamarlo “cartas” pase, “de
amor” lo dudo; se trata de las notas que con buena caligrafía y cursi estilo
escribía Don Francisco Hermenegildo Teódulo Franco y Bahamonde en Melilla a Sonia
Subirán, hija de otro militar a quien el alférez teme, “cuando llega mi padre
sales corriendo”. Hija y padre parecen menospreciarlo, “solamente la
indiferencia puede ser la causa de su conducta”, pero él insiste, “aunque Vd.
no lo merece pues hace varios días que
le he escrito y no he tenido respuesta”. La sala Durán saca a subasta este
paquete, que si no para la Historia de la Literatura, puede servir para la
Facultad de Psicología: “Le ordeno a Vd. que me quiera”
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