Las de El Entrego son
de las pocas en quiénes no ha tenido éxito la denominación eclesiástica, son
las Fiestas de La Laguna;
tradicionalmente se celebraban, aprovechando el estiaje del Río Nalón, en la
llamarga que quedaba seca en la ribera izquierda, después del puente, donde
ahora se ubica el parque que lleva el mismo nombre. Era normal que la
iluminación eléctrica se rematara con una rana sobre el kiosko de la música.
Desde hace unos años la entusiasta Sociedad de Festejos y Cultura organiza demostraciones medievales y homenajea a alguna personalidad local, colocándole la corona de Aurelio, el rey astur que quiso apartarse de la corte de Cangas de Onís y se retiró a San Martín. En esta ocasión el coronado ha sido Alfonso Zapico, príncipe de dibujantes, rey de marcado carácter proletario, que comentaba en el pregón festero: “…hay reinos nada legendarios, pequeños reinos de valles angostos donde el sol se esconde en mitad de la tarde, reinos de gente sencilla para que la nobleza no es un estamento, sino una cualidad del alma. Yo pertenezco a uno de estos reinos; nací aquí y a decir verdad, he tenido mucha suerte…porque nací en una familia como otra cualquiera, una familia de la clase obrera más pura, pequeña comunidad de mesa y café, de ésas que ya casi no existen en estos tiempos”.
Zapico, Premio Nacional de Cómic, cartel del Salón
Internacional, Asturiano del Mes, pero cuyo reino sigue siendo de este mundo:”…no hay lugar aquí para la desilusión,
nuestro reino de obreros no ha perecido, no ha sido derrotado. Simplemente está
cambiando para resistir. El futuro que nos espera será mejor y más justo,
porque otros impulsos mueven a aquellos que los construyen.”
Tiene estos días una divertida exposición en el Centro Niemeyer (¡corre que ya cierra!); una auténtica gozada, una muestra que no pertenece a un artista soberbio, a un monstruo distante, sino al que quiere pintar paredes, disfrutando como un niño con caja de colores nueva y que te invita a compartirla. Una exposición para sentarse a tomar café con el dibujante, a charlar como colegas en una terraza de Europa; así, mientras te cuenta sus lecturas, sus cosas, con aire de niño tímido, se está imaginando tu caricatura, el muy gamberro.
“Mi generación es afortunada, porque otro combustible la impulsa: la conciencia, regalo de nuestros padres y de los suyos, herencia de siglo y medio, preciado don de las sociedades transformadas por el movimiento obrero. La Lucha de Clases continúa vigente hoy, en formas más sutiles que antaño, más difíciles de advertir…la conciencia de clase, de comunidad, el espíritu solidario y la capacidad de anteponer los intereses colectivos a las pequeñas miserias inherentes a todo ser humano subyacen aún es estos valles, y también lejos de sus fronteras, porque decenas de jóvenes emigran en los últimos tiempos”. También él tuvo que buscar aire lejos de casa, en Anguleme, donde vive una parte del año, pero sigue siendo de barriada obrera; sigue siendo un chaval de Blimea.
Desde hace unos años la entusiasta Sociedad de Festejos y Cultura organiza demostraciones medievales y homenajea a alguna personalidad local, colocándole la corona de Aurelio, el rey astur que quiso apartarse de la corte de Cangas de Onís y se retiró a San Martín. En esta ocasión el coronado ha sido Alfonso Zapico, príncipe de dibujantes, rey de marcado carácter proletario, que comentaba en el pregón festero: “…hay reinos nada legendarios, pequeños reinos de valles angostos donde el sol se esconde en mitad de la tarde, reinos de gente sencilla para que la nobleza no es un estamento, sino una cualidad del alma. Yo pertenezco a uno de estos reinos; nací aquí y a decir verdad, he tenido mucha suerte…porque nací en una familia como otra cualquiera, una familia de la clase obrera más pura, pequeña comunidad de mesa y café, de ésas que ya casi no existen en estos tiempos”.
Camiseta para la Asociación de Parados del Nalón. 2013. |
Cartel para la Fiesta del Oso Regicida 2012. Ateneo Republicano |
Tiene estos días una divertida exposición en el Centro Niemeyer (¡corre que ya cierra!); una auténtica gozada, una muestra que no pertenece a un artista soberbio, a un monstruo distante, sino al que quiere pintar paredes, disfrutando como un niño con caja de colores nueva y que te invita a compartirla. Una exposición para sentarse a tomar café con el dibujante, a charlar como colegas en una terraza de Europa; así, mientras te cuenta sus lecturas, sus cosas, con aire de niño tímido, se está imaginando tu caricatura, el muy gamberro.
“Mi generación es afortunada, porque otro combustible la impulsa: la conciencia, regalo de nuestros padres y de los suyos, herencia de siglo y medio, preciado don de las sociedades transformadas por el movimiento obrero. La Lucha de Clases continúa vigente hoy, en formas más sutiles que antaño, más difíciles de advertir…la conciencia de clase, de comunidad, el espíritu solidario y la capacidad de anteponer los intereses colectivos a las pequeñas miserias inherentes a todo ser humano subyacen aún es estos valles, y también lejos de sus fronteras, porque decenas de jóvenes emigran en los últimos tiempos”. También él tuvo que buscar aire lejos de casa, en Anguleme, donde vive una parte del año, pero sigue siendo de barriada obrera; sigue siendo un chaval de Blimea.
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