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22 M ¡Hoy es el día!


La foto de las lágrimas de Carmen habrán sido, probablemente, trending topic, o como lo llamen, ayer. Son el producto de la descarga de de tensiones, del cansancio de cuatrocientos kilómetros sobre las piernas, de la alegría por la autosatisfacción y, muy probablemente, el contagio de los ojos húmedos de las buenas personas de Aravaca que nos recibieron con aplausos.
Frida, la perra de Carmen y Luis Miguel estaba enfurruñada, en un principio no quiso saludarnos porque acostumbraba a desayunar con su dueño; Vicente y yo usurpamos su sitio, y además había churros y porras. A las nueve y media da Víctor las últimas instrucciones sobre los alojamientos de final de etapa; nos despedimos de nuestros amables anfitriones y formamos la columna. El guardia civil de paisano me saluda, -si soy amigo de Luis Miguel Urban debo ser alguien importante, piensa-,"¿han entrado elementos extraños en la columna? Los hay, pero no han entrado, ya viajamos con ellos desde el principio" No quiere entender la ironía, "No, es que me han dicho que algunas personas...entonces si me quieres dar nombre y DNI nosotros nos encargamos de ellos. Gracias, nosotros nos encargamos del orden interno"
Salimos de Las Matas con la alegría de afrontar el último esfuerzo y la preocupación de las provocaciones que sin duda nos encontraríamos. Por los sitios que cruzamos en general aplausos, sobre todo de la gente que vive de su esfuerzo; por ejemplo las trabajadoras de la Residencia de Mayores Reina Sofía, de Las Rozas, "somos laborales y ¡nos están puteando!...¿a qué hora mañana en Madrid?" 




La mayoría de los conductores aplauden, nos prometen vernos al día siguiente, aunque también hay algún insulto, algún viva España y, sobre todo, mucha prisa; por lo que pudiera pasar ensayamos a llevar la columna perfectamente cuadrada durante unos kilómetros, el experimento funciona y nos servirá para Madrid.






En una de las glorietas nos saludan unas marionetas manejadas por miembros de la columna andaluza. Viene la Sexta y nos detiene un rato largo, porque quiere conectar con nosotros en directo y tiene exceso de original con la agonía de Suárez; en otra rotonda un audi negro, ¡siempre son audis negros!, intenta forzar el paso, "es que voy a trabajar. Caballero, haga el favor de esperar a que pasen todos. ¡Es que voy a trabajar!" el guardia municipal ya se mosquea, "¿Se cree que los demás estamos de fiesta? Estos señores están de fiesta". Estoy a su lado, tiene la ventanilla abierta, joven, reluciente uniforme de compañía aérea, con tres barras doradas en la hombrera, "¿Cómo que de fiesta!"; el guardia me hace seña de déjamelo a mí, "Caballero, detenga el coche ahí atrás". Denuncia. ¡Bien!
Aún habríamos de superar una prueba más dificil, la Policía Nacional. Sin venir a cuento, estamos perfectamente conducidos por la local, aparecen tres furgones que pretenden acompañarnos; uno de ellos se mete entre la cola de columna y la parte en dos, intenta conseguir que un sector se quede fuera. Cruce de palabras, algún insulto y se van directamente a por uno de los caminantes en concreto; una muralla humana evita la detención, el ambiente se crispa, peligro muy serio. Me acerco al guardia más prepotente e intento hacerle razonar, "yo no consiento que me falten al respeto", pues no vales para este trabajo, chaval, pienso, pero me lo callo para no añadir más leña al fuego. El jefe de la patrulla releva a los dos más excitados y les ordena subir al furgón, luego se acerca " a ver si nos llevamos bien...¡hombre, pero si sois vosotros!, hasta que llegasteis esto iba como la seda"
La llegada a Aravaca apoteósica; prácticamente toda la colonia Rosa Luxemburgo en la calle, aplaudiendo, con emoción a duras penas contenida. Abrazos, besos, y nosotros mismos que nos felicitamos, ciertamente con orgullo, de haber rematado la tarea. Suculenta comida, preparada y servida por la asociación Acrola. Por la noche fiesta, pero quien esto escribe prefirió la posición horizontal, que mañana es día laborable.




Hemos hecho nuestra parte; hemos atravesado media península para decirle al gobierno que no estamos dispuestos a seguir dejándonos tomar el pelo. Ahora te toca a ti acompañarnos; espero verte ante la Moncloa en unas horas. "¡Mariano, no llegas al verano!", nos canta Willy, de la asociación de parados de Valladolid, que nos ha traído a uña de caballo por la meseta, el traidor.


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