Hoy fue como el Día de la familia en los campamentos infantiles; aquellas jornadas que siempre acababan con llantos de niños y madres, y el "¡llévame pa casa, mama, que aquí sólo me dan bocadillos de mortadela!"; puedo asegurar que no ha habido bajas en ese sentido, antes al contrario, la Marcha ha salido fortalecida con tanta cantidad de visitantes.
A las nueve y media ya llegaba a Ceinos el autocar fletado por El Carbayu, sociedad de festejos de Langreo; una parte de la expedición venía a acompañar en la caminata hasta Medina de Rioseco y el resto a cocinar. Un poco después se nos unieron coches de familiares de la Marcha que llegaron de Gijón, Avilés. Nalón, y una expedición de miembros de Adepavan; al final la Columna juntaba cien personas en la entrada a Medina.
El desarrollo de estas etapas se hace un poco pesado; si una observa las fotos del grupo en la carretera verá que es difícil distinguir entre una recta y otras, así que vamos dedicar una líneas a hablar hoy de agradecimientos, porque cada día hay alguien que no regala su amistad. Como Deli y Adolfo en Navatejera, haciendo un esfuerzo para que la comunicación funcionase y este escribidor trabajara cómodo, o como ayer Miguel, poniendo su casa a nuestra disposición sin conocernos de nada; "yo abro mi puerta a los obreros".
No quisieron dejar de venir a saludarnos Esperanza, Pilar y Pilar, de las mujeres de Mayorga, que tan bien nos acogieron; quieren darnos ánimos camino de Valladolid, de donde ellas regresan de manifestarse por la celebración del Día de la mujer trabajadora; nos regalan su conversación y su cariño, prometen visitarnos pronto en Asturies.
Se han ido amistades y familias. Nos dejan las baterías cargadas de ánimos y, particularmente, esa sensación de que todo el mundo quisiera tener pies que añadir a esta marcha.
(También nos dejan algo de ropa limpia)
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