Ahora vamos a tener que dejar de representar la obra. El lunes 12 por la tarde llegó la noticia de manera sorprendente, llamé a Ramiro y enseguida me contó que eran asuntos entre ellos; pero claro, no procede representar la parodia de una asesinada.
Los
correligionarios enseguida han cargado las tintas, ¡faltaría más!, contra sus
críticos; ABC en su editorial aseguraba que los cuatro tiros tenían que ver con
los ataques verbales “a la casta política”. La libertad de expresión encontró
acomodo en la Red; junto a mensajes de mal gusto aparecieron notas de humor
negro ibérico: “Masacre en León. Han
tiroteado a la presidenta del PP, a la presidenta de la Diputación, a la presidenta
del Instituto leonés de cultura…” y así hasta relacionar los innúmeres
cargos que acumulaba Doña Isabel Carrasco, q.e.p.d.
Esa era,
precisamente, una de las líneas argumentales de “No hay pueblo sin boñigas”, la
obra que Con Testa Teatro representa por las pedanías leonesas con notable
audiencia. Se estrenó en el Instituto Padre Isla aunque su autor, Ramiro Pinto,
prefirió seguir en la Columna asturiana de la Marcha de la dignidad, que
asistir a la primicia. Estuvimos juntos a explicar el 22 M en Benavente, al
regreso nos llegaron las noticias de que había resultado un éxito. Luego no
pude estar en Mansilla de las Mulas, por eso no quise perderme la tercera
representación, en Trobajo del Cerecedo.
“Cuando la ven por primera vez, algunas personas creen identificar a los personajes, porque hablan de problemas universales; es el caso de Riello, donde unos alemanes aseguraban ver representados a políticos de su país…”, comentaba el autor en la cariñosa presentación; saludaba que justo un mes antes se había unido a los caminantes asturianos hacia Madrid y me sonrojaba dedicándome una parte del discurso. En el vino posterior le hice constar, “Ramiro, no viene tu nombre en el cartel”; la humildad: “bueno, es que los actores han aportado tantas cosas que ya es una obra colectiva”. Porque amo el teatro, admiro las compañías de aficionados; me esfuerzo en verlas más que a las profesionales, porque su labor roza lo heroico. Han hecho los de Con Testa unas muñequitas de trapo, a modo de broches, para sacar dinero; “la caja de resistencia”, lo llaman, porque solamente haciendo algo de caja pueden mantener las representaciones.
En escena
cuatro personajes: Campesina, vaca, gallina y Mabel la del casco; con rima
facilona: “¡Toma del casco, Carrasco!”.
Se parece mucho, mucho, (“son personajes
ficticios…”) a la fallecida presidenta del PP leonés; desde luego más que
la vaca a una vaca y casi tanto como la gallina a una gallina. Mabel: “¡Progreso, progreso, progreso!; y cuando no
funcione lo llamaremos crisis”. Campesina: “Dicen que quitemos los nidos de las golondrinas, pero, ¿a quién
molestan las golondrinas?” M: “¿No
queréis un pueblo con sanidad y
progreso?” C: “Antes nos bañábamos en
el río, ahora han puesto piscinas y tenemos que pagar, ¡si hasta nos van a
hacer un aeropuerto!” La vaca lo tiene muy claro: “Tú me ordeñas a mí, ¡y ellos te ordeñan a ti!”
Los cambios
que el gobierno del PP quiere introducir en la Ley de Régimen Local llevan a la
desaparición de las Juntas vecinales, alejan las deliberaciones de sus
protagonistas y vuelven la gestión incontrolable para la población; facilitan
las decisiones arbitrarias y la corrupción. En el último cuadro, campesina,
vaca y gallina desplumada se rebelan y corren a gorrazos a Mabel, la del casco,
entre enfervorecidos aplausos del patio de butacas. Menos drástico que el
revólver.
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