El nombre, nos dan; llamaron Astura los romanos al río
Esla y todas las tribus próximas, incluso a este lado del Payares, fueron
bautizadas así. Las aguas, por acción u omisión, por presencia o por ausencia,
nos relacionaron. Íbamos los astures de acá a León, “a secar”, a la par que
nos refrescábamos en las frescas corrientes del Porma, del Esla o del Órbigo. Con
diez años vi por primera vez el pantano; me impresionó, sobre todo cuando en un
paseo desde los Barrios de Luna descubrí, sobresaliendo, la torre de la iglesia
y algunos tejados; un mundo obscuro que guardaba entre el lodo historias de
muertos, fantasmas y monstruos…
…La tertulia del Café Amèlie (Padre Isla, 10), se reúne
cada primer viernes de mes. Trataba de pantanos, Diferentes formas de mirar el
agua, de Julio Llamazares, que no pudo asistir, contra lo que es habitual en
estos encuentros. “No solamente te echan de tus tierras en vida, sino que al
final tampoco hay un lugar para enterrarte", así que la única forma que tiene Domingo de regresar es ya en la urna, hecho cenizas, para ser esparcido sobre
la superficie de “esa gran fosa común hecha de agua”. Aguas. Aguas que tapan
pueblos arrasados; encenagadas ruinas llenas de fantasmas, “que han de vivir
entre ellas convertidos en unos peces más”, reflexiona el nieto.
Tertulia del Café Amèlie |
El retrato de gentes de la montaña, con hombres silentes,
“Como no expresa sus emociones, es difícil saber qué piensa”, “me desconcertaba
un poco por su hermetismo y por su dificultad para expresar sus sentimientos”,
aunque no insensibles, “…el carácter seco de los campesinos de las montañas…ese
espíritu áspero y tierno a la vez”, “…me gustaba la forma en que trataba a toda
la gente, con educación. Incluso con aquellos a quienes reprochaba algo…” Y
mujeres que viven en función de los otros, “…lloran siempre por sus hijos, por
sus padres, por sus hermanos, siempre por otras personas, nunca por ellas
mismas”, y que en todo momento saben todo, “creo que son orquídeas silvestres;
se lo preguntaré a mi abuela cuando acabemos, ella seguro que las conoce”.
Alicia Millán |
Octavio F. Zotes |
El coloquio trata poco de Literatura y mucho de seres
humanos. El pretendido progreso que ahoga pueblos y vidas no tanto para mejorar
la agricultura como para dar de ganar a los del cemento. La tristeza del
desarraigo. Lydia nos explicó como el regadío había sido una bendición para el
Páramo, que para eso es tertulia, para contrastar. Las gentes de Riaño piensan
que fue más el daño que el beneficio…Y ya, a una hora prudencial, se levanta la
sesión; previamente se ha elegido, por sorteo entre las sugerencias, la obra
para septiembre; en agosto casi vacaciones, no hay libro, sino peli: Amèlie.
El sábado pasamos el día (luminoso) en Mansilla de las
Mulas. Tener el río para mí solo ha sido un lujo con el que no contaba. En La Curiosa saludamos a las amistades, me honra con su abrazo Toño Morala, fotografío a los
poetas y nos regalamos la magnífica cocina del cuidado establecimiento. Los poetas, las poetas, van a a San
Miguel de Escalada. Sexto encuentro, “Ánimula, vagula, blandula”. Sorprendente:
en una tarde de sábado veraniega más de cien personas en un templo apartado,
cabe la ribera, escuchando poesía, enmarcada por el violonchelo de Miguel Ángel
Viñuela, que nos obsequia con música popular y culta. Todo gracias al esfuerzo de
Alfredo García. ¡Enhorabuena!
San Miguel de Escalada |
Ecce homo |
El domingo nos obliga a optar; mientras desayunamos en el
Pasaje, el café donde los sábados se reúne la tertulia de Gamoneda, charlamos
con Ramiro de las dos posibilidades: gregoriano en San Miguel de Escalada o el
canto de vísperas en Santa María de Sandoval; él no puede acompañarnos,
desafortunadamente. Elegimos la segunda, fundamentalmente para saludar al amigo
Felipe Santamarta y sus compañeros de ProMonumenta, que nos regalan un
interesante concierto (también aquí están todos los asientos ocupados) y una visita guiada al monasterio, una joya en peligro. No
escribo nada al respecto, aconsejo encarecidamente ir por allí cualquier
domingo, merece la pena. Solamente dos anécdotas: Entre los relicarios que se
pueden ver en la trasera del retablo cabe destacar el de los Santos inocentes,
que ya es visión histórica que una madre haya guardado los huesecillos de
alguna de las víctimas de Herodes. Por otra parte nos cuenta Felipe como,
después de la Desamortización, terminó Santa María en manos de una familia
Valbuena de León; los nuevos amos pretendieron que los vecinos del pueblo
fueran suyos, en el sentido más medieval de la expresión; eso dio lugar a un
complicado pleito que se resolvió en tiempos de aquella dictadura de los años
veinte, con lo que durante algún tiempo Villaverde de Sandoval fue Villaverde
de Primo de Rivera
Enlazan con la mejor tradición popular, incluso en formas
como los romances, y han quedado sujetas a la memoria durante años: el sorteo
de quintos; los llantos de madres, hermanas y novias; la distancia, apenas
mitigada por las cartas; las noticias de los desastres. En el Barranco del
lobo/ hay una fuente que mana/ sangre de los españoles/ que murieron por la
Patria. /Pobrecitas madres/ cuánto llorarán/ al ver a sus hijos/ que a la
guerra van. Incluso nos explica el autor el origen de una pieza que aún se
canta en las reuniones alegres, esa en la que se menciona al vino de Asunción, “Era la Asunción Martos una
cantinera que servía al Batallón de cazadores de Talavera, célebre, al parecer,
por su habilidad para bautizar el vino para la tropa”.
No sé si el esfuerzo de las animosas huestes de
ProMonumenta será suficiente; sinceramente, lo dudo. Dejamos Santa María de
Sandoval, que necesita mucha obra para que no se venga abajo, y seguimos a comer
a Mansilla, esta vez en El Hórreo; me acordé que no hace mucho escribía a mi
buen amigo Paco Robles, natural de esta villa, niño de la Guerra exiliado en
Londres, que el paño norte de la muralla amenazaba ruina. Esperemos que no haya
que repetir la cita que Llamazares hace en su libro: “Junto a los ríos de
Babilonia nos sentábamos y llorábamos acordándonos de Sión” (Vale León)
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